Pensamientos Rumiantes … impacto en lo personal y lo profesional. Efecto en el Bienestar Organizacional.

¿No te ha ocurrido nunca despertarte en medio de la noche, mientras estabas durmiendo profundamente, con una sensación de lucidez, como si llevaras varias horas despierto/a, y ponerte a darle vueltas a la cabeza sobre 1 o 1.000 temas? A mi si, y últimamente con más frecuencia de la que, al menos, me gustaría. Emprender es lo que tiene, que tu cerebro no descansa nunca, intentando solucionar problemas y crear nuevas oportunidades. Pero esto, por supuesto, no es exclusivo de emprendedores. Si tienes cerebro, eres candidato/a a que te ocurra.

Y lo bueno es que tiene un nombre (primer requisito para encontrar soluciones), Pensamientos Rumiantes. Son pensamientos que nos atrapan, en cualquier situación, no solo como he descrito en mi caso despertándome en mitad de la noche, pueden ocurrir en cualquier momento, y de hecho suele ser habitual que nos acompañen durante gran parte del día, generando malestar, malhumor, y gastando “tiempo de procesador” de nuestro cerebro, y por tanto un gasto enorme de energía, que no genera ningún beneficio.

Los pensamientos rumiantes son muy ineficientes y desadaptativos …

… por muchos motivos, aquí te dejo algunos:

  • por el solo hecho de hacernos entrar en bucle nos alejan de la solución
  • nos mantienen en el mismo nivel de conciencia en el que tenemos el problema, y por ello no los solucionaremos nunca,
  • y sobre el que quiero hacer énfasis en artículo, lo que pensamos, tiene efectos en nuestras emociones, y genera reacciones en nuestro organismo.

Nuestros pensamientos, nuestras emociones y nuestro cuerpo están interconectados, lo que significa que lo que ocurra en cualquiera de esos tres elementos afecta a los otros dos. Cuando tengas la oportunidad obsérvalo … vale, lo sé, es difícil ser consciente del momento y recordar que habías decidido observarlo, asique, intenta recordar un momento en el que hayas tenido durante unos días un pensamiento recurrente sobre algo que te preocupaba. ¿Lo tienes ya? , ahora recuerda como te hizo sentir, ¿qué emoción predominaba en esos momentos en ti?, y con respecto a tu cuerpo ¿qué postura es la que adoptabas en esos momentos de pensamientos rumiantes? Quizá el ejercicio no sea sencillo, pero si consigues dar respuesta a esas 2 preguntas, te estarás haciendo un gran favor. Estará poniendo conciencia en algo que te ocurre y de lo que, posiblemente, no eras consciente antes.

No son las cosas que nos pasan las que nos hacen sufrir, sino lo que nosotros nos decimos sobre esas cosas.

Epicteto

Los pensamientos rumiantes generan un efecto de “Arenas movedizas” en nuestra mente, cuanto más te mueves, más te hundes. Y ese es precisamente su peligro. Nos atrapan en sus redes y no nos dejan escapar, creando una espiral que hace que cuanto más tiempo pasemos en ellos, peor percepción tengamos de aquello que estamos rumiando, por lo que la solución que encontramos, si es que la encontramos, nunca va a ser la mejor solución, ni siquiera la solución, siempre será la peor porque estamos trabajando sobre la peor visión del problema.

Nos inducen a buscar respuesta en el HACER para estados emocionales, algo que, si lo piensas bien, es incongruente, muy incongruente, porque las emociones tienen que ver más con el SER. Buscamos los porqués en el pasado para justificar, para excusar, lo que nos ocurre en el presente, y soluciones mágicas en el futuro, que, en muchos casos, no dependen de nosotros. Y lo que se nos olvida en todos los casos es el “AyA” (Aquí y Ahora), que es lo único que tenemos seguro. Todo esto nos lleva a aumentar nuestros niveles de autocrítica y de culpabilidad, y aumentan también las autorecriminaciones, que tiene el mismo efecto en nuestra confianza y autoestima que si pisáramos una mina antipersona … los volatiliza.

Y como nuestra autoestima y confianza han sido volatilizadas, continuamos en el pensamiento rumiante, rebuscando en el pasado razones y en el futuro soluciones. Eso si, con cada vuelta de la espiral, un poco más lejos de la solución. Con cada movimiento en el lodo, un poco más atrapados en el.

No podemos solucionar problemas en el mismo nivel de consciencia en el que han sido creados. Sencillamente es imposible. Con lo que la única solución pasa por tomar altura y ver la situación desde otra perspectiva. Para ello, el Mindfulness como práctica individual, o el Coaching acompañado por un Coach profesional, son dos alternativas, entre otras, que nos permiten tomar esa altura que necesitamos, y nos ayudan a acabar con esos pensamientos rumiantes que nos hacen entrar en bucle. Necesitamos ser un observador externo del problema, para ver la situación desde una nueva perspectiva, que nos permita encontrar soluciones creativas, funcionales y adaptativas para aquello que nos genera un nivel de preocupación y estrés tan elevado, como para estar atrapado en un bucle, aparentemente, sin fin.

Porque recuerda, no se trata de no pensar en lo que te ocurre, se trata de hacerlo de la manera mas eficiente posible. Tanto si evitamos pensar, como si pensamos de manera rumiante (y obsesiva) sobre lo que nos ocurre, podemos estar cronificando y creando patologías que requieran de ayuda de profesionales de la psicología y/o psiquiatría. Como digo, se trata de abordar nuestros “problemas” (entre comillas porque todo es relativo y depende del observador) de manera consciente y sana.

Un dato, según un estudio hecho por la Universidad de Cincinnati, 85% de las cosas que nos preocupan, nunca llegan a ocurrir, y del 15% de situaciones que llegan a ocurrir, el 79% de las veces somos capaces de encontrar la solución. Para ayudarte, el 97% de las veces que nos preocupamos por algo, lo hacemos sin ningún sentido.

Qué desperdicio de tiempo el que malgastamos en los pensamientos rumiantes, ¿no crees?

Efecto en el Bienestar Organizacional, en las organizaciones.

Parece una locura plantear que los pensamientos rumiantes de una persona impacte en una organización, ¿verdad? Quizá si visualizamos a las organizaciones como entidades compuestas por personas, con sus luces y sus sombras, sus buenos y malos momentos, puede que deje de parecer una locura.

Los pensamientos rumiantes, como he explicado, tienen un efecto muy negativo en el estado anímico y en la autopercepción de quien los sufre, además de representar un gasto energético importante, ya que el cerebro representando tan solo el 2% del peso medio de una persona adulta, consume más del 20% de la energía que generamos. Si unimos ambas cuestiones, desde luego no parece que sean las mejores condiciones para desempeñarse como debería en ningún puesto de trabajo, y ni que decir de aquellos que conllevan algún riesgo físico para la propia persona y para terceros (conductores en general, por ejemplo).

Parece obvio decir que un empleado con un estado de ánimo bajo tiene un peor desempeño laboral, menor productividad, menor creatividad, etc … pero nunca está demás recordarlo. Cómo además las personas tenemos unas neuronas llamadas neuronas espejo, las cuales se encargan de inducir en ti los estados y emociones que ves en quien tienes enfrente, resulta que puede haber un efecto contagio en el equipo de trabajo. ¿No has tenido nunca a alguien en un equipo muy pesimista, que ha acabado con la moral del equipo completo? Pues a eso me refiero.

Tener en consideración y cuidar de la salud mental de tu equipo no es un antojo, ni siquiera ser un buen líder, es simplemente una responsabilidad. Debería serlo por el simple hecho de preocuparte por las personas, por el hecho de ser personas, pero si esa cualidad no va contigo, cambia la dirección de la mirada y oriéntala hacia la empresa.

Por suerte, el bienestar de los equipos de trabajo, de los empleados, es cada vez más relevante en cada vez más organizaciones de todos los tamaños. Seguramente no todas las organizaciones tengan la misma razón para preocuparse del bienestar de sus colaboradores, pero sea la razón que sea, si contribuye a mejorar la salud mental de los empleados, bienvenida sea.

Una organización que no cuida de sus empleados, no se cuida a si misma.

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