Define tu objetivo, meta o propósito “like a Pro!”

En el ámbito de la empresa, una de las actividades que debes hacer a la hora de crear una nueva organización, y posteriormente revisar de manera recurrente, es pensar en la Misión, Visión y Valores de la organización, es decir, qué pretendo conseguir como organización a largo plazo, cómo lo voy a conseguir y cuáles son mis directrices fundamentales para conseguirlo.

De esta manera trazamos la ruta desde el punto de partida actual, hacia el destino al que quiero llegar como organización. Y esta ruta, además, y teniendo en cuanta los últimos años, ha de ser revisada frecuentemente para ir adaptando la ruta a los vaivenes del camino por el que transita la organización, algo que en un contexto BANI como el actual, es imprescindible.

La realización de esta actividad, previa a la creación, y recurrente con cierta frecuencia en la ejecución, no es cuestionable, o al menos no, si pretendes que tu organización tenga una ventaja competitiva, y alguna posibilidad de éxito en el mercado en el que opera.

La Misión, Visión y Valores personales.

¿Cuántas veces te has detenido a pensar en lo que quieres para ti a largo plazo, cómo lo vas a conseguir y qué principios tendrás en consideración para lograrlo? Posiblemente, salvo que hayas pasado por un punto de inflexión como un despido inesperado, una enfermedad grave, o algo similar la respuesta será NUNCA.

Es posible, que siempre todo te vaya bien (¿conoces a alguien así?) y que no hayas tenido la necesidad de plantearte estas cuestiones, o quizá no lo has hecho de manera consciente y premeditada. Pero lo más habitual, y no se trata de una cuestión de que la época que nos ha tocado vivir sea más o menos compleja, porque seguramente durante la revolución industrial, por ejemplo, el cambio que tuvo lugar fue de tal magnitud, que las personas a las que les tocó vivirla, con respecto a lo que conocían, sintieran algo parecido a lo que estamos viviendo nosotros con la Inteligencia Artificial, por tomar una de entre las muchas cuestiones que nos causan incertidumbre, inseguridad, etc… en la actualidad. Pero como decía, lo más habitual es que en algún momento de nuestra vida, si no en más de uno, tengamos experiencias vitales que nos hacen conectar con emociones tan intensas que nos hacen reflexionar y cambiar nuestro punto de vista, la manera en la entendemos el mundo, nuestro mundo, y como nos queremos relacionar con él.

Si lo hacemos a nivel empresarial, ¿por qué no lo hacemos a nivel personal?

La respuesta, quizá, tenga que ver con la percepción de “estar obligado a” en el caso de la empresa, y no tener esa misma percepción cuando se trata de ti mism@, o al menos no en situaciones “normales”, no en puntos de inflexión como los mencionados anteriormente.

Los estudios demuestran que pensar en lo que queremos para nosotr@s mism@s en el largo plazo, es un factor que aumenta la probabilidad de alcanzarlo, y está demostrado, también, que si además de pensarlo, lo escribes, se multiplica aún más las probabilidad de éxito, de conseguir nuestro objetivo, meta o propósito.

Por ello es importante, también, establecer una mentalidad “voy a” (expresa voluntariedad), en lugar de “tengo que” (expresa obligación), y de buscar proactivamente un espacio y un momento para hacerlo, estableciendo momentos recurrentes cada cierto periodo de tiempo, 6 meses, 1 año, … para esta actividad.

Sentirnos en la obligación de hacer algo, potencia la procrastinación de esa actividad, y habitualmente se ejecuta “in extremis”, cuando ya no es posible posponerla más.

Definiendo mi objetivo, meta o propósito, a largo plazo.

El espacio y el momento (y su recurrencia) es algo que debes decidir tú, y en caso de que proactivamente los busques, la mentalidad “voy a” ya la estarás poniendo en acción.

Con respecto al cómo definirlo, dado que hemos empezado utilizando el modelo de Misión, Visión y Valores, te propongo usar este modelo adaptado al ámbito personal, dado que es lo suficientemente sencillo (ya sabes K.I.S.S.) y contempla los elementos necesarios para poder comenzar a pensar en TU largo plazo.

En busca de mi Misión.

Quizá es el elemento que más nos cuesta definir. Parece que siempre sabemos lo que nos gustaría ser, conseguir, lograr, salvo cuando lo tenemos que definir. Es esa definición, la especificación clara y concisa, la que más cuesta obtener. Unas veces porque parece que el mundo nos arrastra en una ola de la que no sabemos ni cómo cambiar de posición, ni mucho menos cómo bajarnos de ella. Hay demasiados elementos externos que nos hacen sentir sobrepasados.

En otras ocasiones es nuestro saboteador interno el que nos pone los obstáculos: “Con XX años ¿cómo voy a reinventarme?”, “¿dónde voy a ir que esté mejor que donde estoy ahora, a pesar de los pesares?”, “Las nuevas generaciones son mucho más capaces que la nuestra, los de nuestra generación no tenemos opciones”, “Sin experiencia, ¿cómo voy a presentar mi candidatura a este puesto?”

¿Te suena alguna de estas “excusas” u otra similar? No te preocupes, no estás sol@, te presento a tu saboteador[a] personal.

En ambos casos, tanto si vas subid@ en la ola o si es tu saboteador[a] personal que te acompaña a todas partes, es necesario lo mismo: buscar un momento de tranquilidad y soledad, frenar en seco tu actividad durante esos minutos, y responder a la siguiente cuestión:  Si no tuviese ninguna restricción, si nada me impidiera conseguirlo, si no tuviera ninguna consecuencia ¿qué me gustaría ser en 5 años? ¿y en 10? ¿dónde me gustaría estar dentro de esos 5 o 10 años?

Cierra los ojos y durante los próximos 20 minutos dedícate a crear ese YO deseado. Se lo más específic@ buscando el detalle más pequeño acerca de lo que ves, lo que oyes y lo que sientes. Intenta identificar lugares, colores, luminosidad, quién te acompaña, qué oyes, qué se dice a tu alrededor, qué ruidos hay de fondo, a qué huele ese lugar, qué perfumes tienen las personas que te rodean, el tuyo propio, qué tacto tienen los objetos que te rodean, qué temperatura hace .. busca el detalle más específico de toda la situación que estas creando.

¿Cuál es tu misión? ¿Qué quieres ser? ¿Dónde quieres estar? Y muy importante ¿para qué lo quieres?

Si, llegar a esta conclusión, no suele ser tan sencillo como crear la imagen mental durante 20 minutos, posiblemente te tome varias sesiones de “20” minutos lograr tener una visión clara y concisa de tu misión. O al menos una versión que te permita dar el siguiente paso.

Recuerda que los viajes de desarrollo personales no suelen ser lineales, no lo son nunca, ni mucho menos, y que necesitas ser consciente de que vas a tener que adaptarte a las singularidades del camino que vas a recorrer. A veces lo que tenías pensado para un momento M1, tendrá lugar más tarde en un momento M2, y otras no tendrá lugar nunca, porque ocurrirá otra cosa diferente, quizá mejor, en su lugar. Y no pasa nada, está bien. Lo importante no es lo que va ocurriendo durante el viaje, lo que realmente importa es llegar a tu destino, a cumplir tu misión.

Y esta es mi visión.

Una vez que ya sabes quién quieres ser, dónde quieres estar (física y mentalmente), y sobre todo para qué lo quieres lograr, comienza la segunda fase de este proceso. ¿Cómo lo vas a conseguir? ¿Qué vas a hacer para lograrlo?

Como todo viaje, este no está exento de paradas intermedias para repostar, alimentarte, hidratarte, descansar, etc… y esas paradas intermedias son los hitos que vas a tener que ir cumpliendo para alcanzar tu destino.

En esta fase trazarás la ruta y las paradas que a priori prevés en tu viaje. Sencillo, ¿no?

¿Cómo definir esos hitos intermedios?

Mentalmente, posiciónate en tu objetivo, meta o propósito una vez que ya lo has conseguido. Trae a tu mente todo lo que veías, oías y sentías, tal cual lo creaste en la fase anterior, y pregúntate ¿Cuál ha sido el hito anterior para llegar a mi destino? ¿Qué ha tenido que ocurrir para llegar a mi destino? ¿Cuándo ha ocurrido?

Cuando tu cerebro te dé la respuesta, reitera con las mismas preguntas ( ¿Qué ha tenido que ocurrir para llegar a este hito? ¿Cuándo ha ocurrido? ) tantas veces como sea necesario hasta que la respuesta te lleve a tu punto de origen. De nuevo, intenta ser lo más especific@ posible en tus respuestas.

Ahora ya tienes tu primer mapa del viaje que vas a comenzar, ya sabes a dónde quieres llegar y que tienes que hacer para llegar.

Me guiaré por mis valores.

Muchos vehículos modernos cuentan con un asistente que advierte de que te estás saliendo de tu carril, o incluso mantiene el vehículo dentro del carril. Esto es posible gracias a que el sistema de asistencia se rige por las líneas que delimitan el carril. Y para que este sistema funcione, es obviamente necesario que los carriles estén delimitados por líneas a ambos lados.

En nuestro caso, las líneas que nos mantendrán dentro de la ruta que ya hemos trazado en nuestro mapa de viaje, son los valores. Y no unos valores cualesquiera, nuestros valores.

Los valores no son algo que se pueda decidir “tener” aleatoriamente, son algo con lo que nos sentimos identificados y alineados en un momento determinado, porque si, nuestros valores pueden variar con el tiempo, por diferentes motivos. De cualquier manera, los valores con los que me identifico en el momento de iniciar mi viaje, serán las líneas que me ayudarán a estar dentro del carril que me llevará a mi destino.

Recuerda que ser adaptable, y permitirte variaciones en la ruta, es algo que puede ocurrir, y que de hecho ocurrirá con cierta frecuentemente.

Ya tengo todo el equipaje necesario para mi viaje, ¿ahora qué?

Ahora queda algo imprescindible, EL COMPRIMISO CONTIGO MISM@, tu objetivo, meta o propósito, es eso tuyo, de nadie más, y el compromiso para llegar al destino de tu viaje debe ser, por lo tanto, exclusivamente contigo mism@. Cuando falles, te estarás fallando a ti mism@, y cuando lo consigas, será un ÉXITO para ti y por ti. De nadie más. Celebra todos tus éxitos y agradece a quien o a lo que consideres oportuno por haber logrado ese éxito, tanto si es uno de los hitos de tu mapa de viaje, como si es la llegada a tu destino, con aún más razón. Y recuerda, si no eres tú quien lidera tu vida y los cambios que ocurren en ella, alguien más lo hará por ti…

Hacer un viaje en solitario no suele ser muy divertido, y sobre todo no suele ser lo que habitualmente las personas prefieren, por eso, si consideras que estar acompañad@ en este viaje es la mejor opción para ti, en Lidera Tu Cambio estaremos encantados de acompañarte. Tu decides.

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